martes, 5 de marzo de 2013

ENCUENTRO ENTRE JOSE MANUEL NAVIA, JULIO LLAMAZARES Y CECILIA ORUETA


Las imágenes hablan y las palabras dibujan


En esta agradable charla, los tres autores han puesto de manifiesto la enriquecedora y poderosa relación entre la fotografía y la literatura. Dos lenguajes que, en palabras del escritor, parten de un mismo estímulo: el afán por inventar el mundo.

Julio Llamazares ha comenzado presentando a los dos fotógrafos, su compañero de proyectos, José Manuel Navia y su compañera de vida, Cecilia Orueta. De ambos gran admirador. 

Navia consigue para él una de las máximas a la que deberían aspirar todos los fotógrafos: que los que han visto sus imágenes puedan identificarlas con un momento mágico de la naturaleza. “A veces voy por la carretera y veo un paisaje con un cielo de tormenta y pienso: parece una fotografía de Navia”. De Cecilia ha comentado su tardía pero intensa inserción en el mundo de la fotografía; incidido sobre lo difícil que es tomar distancia al valorar el trabajo de alguien tan cercano (Cecilia es su mujer); y resaltado la magnífica relación que existe desde un principio con su maestro, José Manuel Navia. Con respecto a esta última, bromeaba diciendo que Orueta siempre tiene más en cuenta a su mentor que a él mismo y que, como decía Homero, ¨ningún hombre es un héroe para su mujer¨.

Los trabajos que ha decidido mostrarnos José Manuel Navia, no han sido los últimos en los que ha estado trabajando, sino aquellos de hace casi 20 donde para él la relación entre la palabra y la imagen cobra pleno sentido. Nos presenta 3 trabajos. El primer reportaje surge de un encargo de Chema Conesa para el cual le propone una serie de temas que llama ¨Viajes literarios¨ basados en los lugares a los que había decidido ir por lo que había leído de ellos.  Su obsesión en este trabajo era evitar el peligro de la ilustración. Le gusta pensar que la imagen y la palabra pueden llevar caminos paralelos. “Uno es fotógrafo cuando rompe con la palabra”. Al respecto, señala la reflexión de Raymon Depardón cuando dice que ¨hay un momento en el que hay que pasar de la palabra a lo argéntico¨. “Si no das ese paso, de pasar al lenguaje de las sales de plata, no estás haciendo verdadera fotografía, estás haciendo ilustración”.

El director de la publicación acepta su propuesta con una condición: que haga un reportaje de la ciudad de Nueva York inspirándose en la novela de Salinger “El guardián entre el centeno”. 


Son fotos arriesgadas, llenas de fuerza, movimiento y contraste. Estas características se mantienen durante toda la serie, sin embargo, entre las primeras y las últimas vemos una transición: poco a poco la ciudad está mucho menos presente, son fotos que podrían haber estado hechas en cualquier lugar. A la hora de editar este trabajo realiza una selección que muchos de sus amigos fotógrafos no consideran la mejor o la más resultona, sin embargo, es en la que él se ve reflejado. “No dejo que Nueva York me gane la partida”. A continuación, las imágenes que se publicaron:









El siguiente trabajo que parte del libro de viajes de Julio Llamazares, Tras-os-Montes, el cual le dejó leer en primicia. Para desarrollarlo viaja a los mismos lugares que viajó el escritor.




Por último, en su proyecto Macao, pasa exactamente al contrario. El reportaje de Navia es publicado en primer lugar y a posteriori Llamazares escribe sobre esta región situada en la costa sur de China que fue colonia portuguesa hasta el año 1999.


Con qué nos quedamos de Navia…

-       Dice que los fotógrafos y escritores son básicamente lo mismo, contadores de historias
-       Fue incapaz de aguantar más de 9 meses trabajando como editor porque no podía soportar estar eligiendo fotos de los demás y no poder dedicarse a hacer las suyas propias. ¨Para mi estar un año sin hacer fotos era inviable¨
-       La gran diferencia entre trabajar con un escritor o un periodista es que el primero entiende perfectamente que tú no tienes que ilustrar lo que el dice, sin embargo, el segundo lo que quiere es que levantes acta notarial de lo que el escribe
-       Opina que "La relación de la fotografía con la literatura, contra más libre sea es más verdadera, en mi opinión”

Cecilia Orueta comienza su intervención hablándonos sobre A Fonsagrada, un proyecto fotográfico vinculado a un documental realizado por Felipe Vega y Julio Llamazares sobre esta zona de Galicia, un cruce de fronteras entre Lugo, León y Asturias, que durante muchos años ha estado aislada. En palabras del escritor, “Solo una cosa unifica estos lugares, la distancia. Es algo así como corazón perdido de Galicia”. Este reportaje esta publicado en un libro, “El elogio de la distancia” que contiene también la historia documental.










Cincuenta años después de que Carlos Pérez Siquier realizara su trabajo sobre La Chanca y otros tantos desde que Juan Goytisolo escribiera su libro, Cecilia decide volver a fotografiar este barrio de Almería, que a pesar de las intervenciones del Ayuntamiento y el paso de los años, parece haberse quedado anclado en el tiempo. Lo que más le sorprende es la actitud de los gitanos, su predisposición para dejarse hacer fotos y la realidad de un lugar mucho más amable que la fama que le precede.

Como curiosidad, hay que añadir que Juan Goytisolo escribirá generosamente un texto para Cecilia después de ver sus fotografías.




El siguiente proyecto parte de una propuesta del escritor Manuel Gonzalez a Orueta en la que le ofrece realizar las fotografías de la segunda edición de su novela Las voces apagadas, nombre que recibirá  asimismo la serie. El libro habla de un viajero, el mismo escritor, que llega a su barrio en León tras muchos años de ausencia y lo encuentra muy cambiado. Dice Julio Lamazares “Son esos barrios que ya no son barrios, ni pueblos ni ciudad; donde la ciudad pierde su nombre, como decía Paco Candel”






Por último, Cecilia Orueta nos presenta su trabajo “La cabrera, pájaro triste”, un homenaje al escritor Ramón Carnicer, que en el verano de 1962, viajó a lo largo de nueve días a pie siguiendo el curso del río Cabrera. Como resultado de esta trayectoria surgió "Donde las Hurdes se llaman Cabrera", un libro bien conocido dentro de la literatura viajera española. Cincuenta años después, como homenaje al escritor, Orueta decide recorrer los mismos lugares de esa tierra en la provincia de León, ahora más pobre y aislada todavía. De hecho, el motivo por el cual no ha llegado a despoblarse del todo, es su particular oro negro: la pizarra. yo he repetido ese viaje buscando el eco de aquellos tiempos.


Con qué nos quedamos de Cecilia…

-       Entiende la fotografía como un trabajo solitario
-       Para desarrollar su inquietud por la fotografía ha sido fundamental encontrar a las personas adecuadas, como Navia, que le han brindado su apoyo
-       A pesar de su indudable ojo fotográfico, su sensibilidad y su habilidad para captar escenas con alma y atmósfera, todavía le cuesta decir que es fotógrafa. Sin embargo, si cree que por algo puede decirlo, es porque necesita hacer fotos. “Es una cuestión vital, si no hago fotos me siento mal.”

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