
En el libro de Puerto eterno, Mónica Lozano Mata habla sobre la mirada de Díaz Burgos y su forma de fotografiar: "podemos decir que ha inaugurado un nuevo subgénero fotográfico, la “fotografía portuaria”, una variante de la streetphoto, esa que se hace a pie de calle, en este caso, de puerto, y que busca recuperar la esencia del medio, la que lo vinculaba a la veracidad y lo documental (este trabajo tiene un valor enorme en este sentido), pero introduciendo en ella el sentido del humor ácido, tan característico de esta tierra, que nos aleja del homenaje sentimental y melancólico que cabría esperar para acercarnos a un discurso mucho más contemporáneo y crítico, en el cual cada instantánea nos invita a mirar de otra manera esa realidad tan próxima que somos nosotros mismos. Imágenes que huelen a sal y que te incitan a pasear dentro de ellas, a sentarte al borde de las mismas, a escuchar las voces, el viento, las sirenas, los motores, las gaviotas (siempre las gaviotas en los puertos); a querer tocar con los pies esas aguas oscuras, profundas, con tanta historia; a imaginar quién pisó esas piedras de puerto eterno antes que tú..."
El mundo del fotógrafo cartagenero, casi siempre en blanco y negro, tiene sangre en sus venas y un ansia de exprimir la vida hasta su última gota de jugo, y eso aunque muchas veces sus atmósferas sean tristes o extrañas como si estuviese a punto de estallar una tormenta eterna. Jóvenes y mayores enamorados, rostros enormemente dignos, modelos en su totalidad anónimos -si bien en 'Puerto eterno' aparece retratada su familia: mujer, dos hijas y dos nietos-, tradiciones, desamparos, soledades, caricias, cuerpos disfrutando de la sal y el azul de Cala Cortina y la disparatada Algameca Chica, cuerpos trabajando, descansando, alimentando nostalgias y embarcados en un presente duro o en lejanas aventuras... Todo eso aparece en 'Puerto eterno', junto a deportistas, faros, piraguas, museos, el submarino Peral, estampas al sol de Semana Santa, carnavales, fiestas de Carthagineses y Romanos, militares, estudiantes, turistas, submarinistas, esculturas... Fotografías en las que conviven lo sutil y el espectáculo, la evidencia y lo subterráneo, la desgracia y la gloria, las luces del amanecer, el viaje, los juegos, la inmigración y el orgullo de vivir en un lugar del que, antes de atacar Cartago-Nova, le dijo Publio Cornelio Escipión a su ejército: «Seremos dueños de una ciudad tan notable por su belleza y opulencia, como cómoda por su excelente puerto».
Aqui os dejamos algunas imágenes...
* Os recomendamos que pincheis sobre una de ellas y vayáis pasando el slide, es mucho más cómodo.
A continuación el vídeo de presentación de la exposición
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